Envoltorios en el campus de El Milán

Adolfo Manzano no deja de sorprender en cada nueva exposición que inaugura, tanto por el contenido como por la variedad de técnicas que usa. Nos ha ofrecido en el mes de marzo una serie de dibujos y textos que ha colgado en las paredes de una construcción cúbica de madera, evocando las moradas que realizó años atrás. Ubicada en el vestíbulo de la Facultad de Filosofía, en el campus de El Milán (Oviedo), un sobrio edifico que el siglo pasado fuera cuartel militar, cuya entrada la protagoniza una escalera de mármol blanco, digna del ascenso hacia el mural de Bernardo Sanjurjo que ocupa toda la pared frontal.

Este artista nos tiene acostumbrados a piezas de grandes formatos, de materiales nobles y pesados, a menudo de madera, de zinc o de hierro. En esta línea, ha construido el cubículo que alberga como el envoltorio de un regalo, treinta dibujos y diez textos de pequeño formato, formando grupos de cuatro, componiendo unas escenas que no obedecen a una secuencia argumental, sino que están en conexión con el tema principal, que gira en torno al Poder. En esta ocasión, recurre al papel y a la tinta china, para repensar una vez más las relaciones sociales.

Adolfo siempre nos hace reflexionar, sus inquietudes contagian al espectador, se hace preguntas acerca de dónde viene el poder, quién lo ostenta, en qué consiste y si son distintas las manifestaciones del poder. Plantea preguntas y dirige las respuestas en torno a la representación de una pareja joven, un hombre y una mujer sobre los que recaen unas relaciones de poder que nunca son equitativas, se establece entre ellos una relación desigual. Tan sólo la aparición de una resistencia puede equilibrar las fuerzas, la dominante encuentra el vigor de la oponente. Sería similar a una relación erótica, distinta de una relación de amor.

A lo largo de sus dibujos se van sucediendo escenas de la pareja, en actitudes tranquilas o pasionales, juntos o en soledad, siempre destacando sobre un fondo neutro, en las que interactúa uno en el comportamiento del otro, determinándolo. No es un poder opresivo, sino reversible, no se utiliza para obtener un beneficio económico, social o político, una ventaja del uno sobre otro, sino que el Poder los rodea como un envoltorio y se equilibran.

Acudo a la instalación y la observo como si pasara las páginas de un cuaderno, leyendo los textos y las ilustraciones cuyos personajes expresan con gestos de tinta sus emociones. Es cierto que ya se conocía la habilidad de Adolfo con el dibujo, nos ha demostrado dominar la difícil técnica del trabajo a tinta china, pero hasta ahora no lo había elevado a protagonista, sí lo habíamos visto acompañando a otras piezas, escoltando en segundo plano a sus esculturas.

En muchos dibujos encontramos referencias a obras pasadas: el pájaro, el entresijo de tablas de madera ocupando el espacio; encontramos también alusiones a la mitología clásica y otras muy actuales en el encuadre aprendido de las tiras de comic, conviviendo junto a escorzos barrocos, en algunas partes del cuerpo de difícil ejecución, que parecen escapar del marco.

Acudo a la exposición buscando la sorpresa que se oculta bajo el envoltorio, irrumpiendo en la intimidad de una pareja que ha sido creada para remover pensamientos y me dejo llevar por el cavilar de Adolfo Manzano, que mejor contexto que una escuela de filosofía para reflexionar sobre lo aparentemente cotidiano…

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