Morabeza significa bienvenida

Volvieron a su Gijón natal llenos de recuerdos de una vida en Africa para regentar la cafetería Morabeza, que en caboverdiano significa bienvenida.  Recrearon en pinturas  las playas del caribe africano, las gentes de piel oscura, la tradición del árbol de la vida y hasta colocaron un esquemático manglar de madera separando ambientes. El artista encargado fue el gijonés Daniel Cuervo, reconocido muralista de interiores, hijo a su vez de acuarelista, quien plasmó en varios óleos las temáticas requeridas.

El hecho de encargar obra original expresa la sensibilidad de los de la Morabeza, en una época en la que nos invaden las serigrafías sin voluntad ni intención artística, compradas al peso o distribuidas por las franquicias para clonar sus espacios, mientras que el consumo pictórico de cierta calidad causa favor a los artistas y reporta riquezas y estímulo social.

A propósito de benefactores y protectores, la figura del mecenas ha evolucionado desde que Cayo Mecenas, noble y consejero político de César Augusto, protegiera desinteresadamente a artistas de la antigua Roma. Con Cayo o con los Médicis florentinos y los Papas romanos en el Renacimiento, por citar los mecenas excelentes de la Historia,  una persona con destacada fortuna y sensibilidad, protegía económica y socialmente a artistas o literatos destacados, proporcionándoles medios materiales e introduciéndolos en un determinado estrato social.

En la actualidad, en los países se han desarrollado leyes de mecenazgo que protegen con mayor o menor intensidad la realidad cultural que les afecta, mediante incentivos fiscales, entre los que desputan Canadá y EEUU, seguidos de Reino Unido y Francia.  En nuestro país la ley tiene ya quince años y precisa una actualización que concrete los límites jurídicos y fomente de forma efectiva al arte y la cultura, aparte de otros proyectos cientificos o sociales.

Desde diversos ámbitos políticos, culturales y sociales se viene demandando mayor participación de la financiación privada de individuos y empresas, mediante una norma con mayores incentivos fiscales a las donaciones y reducciones de impuestos a la cultura, que además mejore la consideración social del mecenas e impulse el micromecenazo, el cual es capaz de universalizar pequeñas inversiones en proyectos muy ambiciosos. Medidas que serán bienvenidas mientras no descarten la inversión pública.

Y sin olvidar que cualquier incisión en lo cultural no menoscabe la calidad y la libertad de creación.

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